Cuando alguien se propone ayudar a los demás debe saber que tiene que hacerlo con un profundo sentido humanitario y elevados propósitos. Por lo tanto, no debe pretender alcanzar réditos personales o tener intereses poco claros. Tampoco se debe presionar a nadie para que coopere o haga una contribución. La solidaridad siempre debe ser un acto genuino, nacido desde los sentimientos más auténticos, como lo son el amor, el altruismo, la compasión. Una de las mejores maneras de ayudar es haciéndolo desde un grupo y eso significa que me debo integrar a otros, y a partir de ahí aprender a conocerlos, a escuchar, a exponer lo que pienso, lo que siento, sin ofender a nadie. Significa también que debo saber proponer, ceder y elegir por una idea o solución, pero siempre desde un ámbito de respeto y sano acuerdo. Es necesario que siempre esté presente la unión y la independencia, con la única misión de ayudar al prójimo ante la adversidad. Sólo así un grupo perdura en el tiempo y se...