Técnicas de control emocional
Los
sentimientos y emociones van creando poso.
Técnicas
no cognitivas para regular las emociones
*Técnicas
de respiración profunda.
*Técnicas
Cognitivas para regular las emociones
*Afirmaciones
positivas
*Detención
del pensamiento
*Ensayo
mental
*Cambio
de perspectiva
*Concluyendo.
Cualquier suceso, por simple que sea,
despierta emociones muy diversas. Esto es debido a que una gran parte de
nuestro cerebro, el Sistema Límbico, se encarga de ellas y hace que las
emociones estén tan arraigadas a la naturaleza del ser humano que podemos
considerar que forman parte de nosotros y nuestra forma de reaccionar ante el
mundo. Cada uno de los recuerdos que conforman nuestra historia vital tiene
asociada una carga emocional, y es que no hay nada que nos haga sentir más
vivos que las emociones. Quizás por ello, uno de sus grandes iconos de
representativos sea la figura del corazón, el órgano que mantiene nuestras
vidas. Las emociones hacen que saquemos lo mejor de nosotros, pero también
pueden sacar lo peor de nuestro ser, y con esto no me refiero únicamente a las
emociones negativas como la rabia o el miedo, porque incluso una carga excesiva
de emociones positivas como la alegría puede llevarnos a la euforia y con ello al
descontrol de nuestra conducta. Por este motivo casi ninguna de nuestras
emociones elude el filtro de la conciencia. Si tenemos en cuenta que
continuamente sentimos, fácilmente reconoceremos que también continuamente las
personas canalizamos o reprimimos nuestros sentimientos, por lo que todos
tenemos un cierto control emocional que ejecutamos de forma automática y por
tanto inconsciente. Pero a pesar de este control que tenemos, en parte
aprendido y en parte escrito en nuestro material genético, todas las personas
en algún momento de nuestra vida nos hemos sentido alterados o fuera de control
debido a nuestras vivencias emocionales.
Todos
sabemos que los sentimientos alteran nuestro pensamiento. De hecho, muchos de
los trastornos psicológicos y psiquiátricos a menudo surgen como el resultado
de una respuesta emocional desproporcionada que la persona es incapaz de
dominar. En los años 30 del siglo pasado el psicoanalista Franz Alexander
descubrió que las personas que reprimen sus sentimientos tenían la presión
arterial elevada de forma permanente. Las emociones reprimidas se tornan
desbordantes buscando ser liberadas y producen lapsicosomatización, que
consiste en la expresión de lo psicológico mediante síntomas físicos, de manera
en que el cuerpo también enferma. Pero la clave para llevarnos bien con
nuestras emociones tampoco está en no reprimirlas, pues no reprimirlas en forma
alguna puede llevar a otros tipos de trastornos incluso más graves, y a meterte
en más de un lio del que te puedas arrepentir. En este sentido, quiero
recomendaros que leáis el artículo deBertrand Regader, llamado “Las 10 reglas
esenciales para liberar el lastre emocional”, donde aprenderéis otras técnicas
para gestionar vuestras emociones.
No
podemos ni desconectar ni elegir nuestras emociones, pero podemos intentar
conducirlas mediante el control emocional, que no debe ser entendido como forma
de represión de las emociones, sino como forma de regularlas, y poder así
modificar nuestro estado anímico y sentimental, cuando es necesario. El
objetivo de las técnicas de control es evitar que cuando se dispara una emoción
negativa, nos arrastre y la expresemos de una forma desbordante de la que luego
nos podamos arrepentir. A continuación os presento algunas técnicas para
ayudaros a controlar vuestras emociones y sentimientos.
Aunque
a los psicólogos no nos gusta prescribir evitar o huir de las situaciones (el
estilo de afrontamiento de evitación y huida es poco efectivo en la resolución
de problemas), en el caso de controlar las emociones negativas, yo al igual que
muchos otros colegas, haré una excepción y expondré que la primera y más simple
técnica de control emocional es aprender a evitar lo que nos genera emociones
negativas, ya sean personas o situaciones, como tratar de evitar a una persona
que nos agobia cada vez que la vemos, no ir a un evento al que sabemos que va a
asistir nuestra ex pareja, o si estamos a dieta evitar tener enfrente alimentos
prohibidos, por ejemplo.
Otra
de las técnicas más sencillas y útiles para controlar las tanto emociones como
reacciones fisiológicas, antes, durante y después de enfrentarse a situaciones
emocionalmente intensas, es la respiración profunda. Por un lado porque oxigena
nuestros órganos y hace que el cerebro trabaje mejor, y por otro lado porque
relaja y con ello consigue calmarnos. Hay múltiples técnicas para realizarla,
una muy conocida es la de realizar las fases de la respiración haciendo un
conteo, este conteo puede variarse ya que todos tenemos ritmos de respiración
diferentes y no se trata de forzar la respiración, lo ideal es encontrar el
numero que mejor se adapte a la nuestra. Un ejemplo de esta forma de realizar
la respiración profunda es el siguiente:
Inspira
profundamente mientras cuentas mentalmente hasta 5
Mantén
la respiración mientras cuentas mentalmente hasta 4
Suelta
el aire mientras cuentas mentalmente hasta 10
(Repite
varias veces hasta que te sientas más relajado)
De
esta manera obtendremos una respiración lenta y un poco más intensa que nuestra
respiración normal. Se puede comprobar que realizas la respiración
correctamente poniendo una mano en el tórax y otra en el abdomen, lo estás
haciendo correctamente si al respirar sólo se mueve la mano del abdomen (por
este motivo a la respiración profunda también se le llama abdominal o
diafragmática).
Cuando
vivimos una emoción negativa, nuestra atención se centra en los pensamientos
que mantienen esa emoción activa y si continuamente le damos vueltas a esos
pensamientos, fortalecemos las emociones. Pero, sin embargo, si pensamos menos
en el suceso que hizo aflorar la emoción negativa, esta disminuye. Vemos en
este hecho como emoción y pensamiento están estrechamente ligados. Para la
Psicología Cognitivo-Conductual la psicología humana se expresa en tres niveles
que están en interacción constante, como muestra el esquema siguiente:
PENSAMIENTO
= EMOCIONES = CONDUCTA = PENSAMIENTO...
Como
he dicho anteriormente, las emociones no se pueden cambiar, pero ya que emoción
y pensamiento van tan juntas de la mano si cambiamos el pensamiento podemos
regular tanto nuestras emociones como nuestras acciones. Este es el principio
fundamental de las técnicas cognitivas como las que se presentan a
continuación.
Forma
ya parte del saber popular que pensar en positivo nos hace sentirnos mejor,
incluso podemos encontrar en el mercado marcas que han hecho de las
afirmaciones positivas una forma de ‘branding’ y nos venden un producto
apelando a la emoción. Así que si las afirmaciones positivas se han vuelto tan
populares ha de ser porque deben funcionar. Para poder llenar nuestra mente con
afirmaciones positivas hemos de vaciarla de pensamientos negativos, para ello,
primero deberemos detectar cuales son los pensamientos que generan, mantienen o
incrementan nuestra emociones negativas y nos hacen sentir tristes, enfadados,
ansiosos, asustados, etc. Una vez identificados, los hemos de substituir por
otros más positivos, para ello, aunque se puede hacer de forma mental, yo
recomiendo la anotación cada pensamiento negativo y del pensamiento que lo
substituye. Una vez hecho esto sólo hay que ponerlo en práctica y cada vez que
aparezca el pensamiento negativo cambiarlo por uno positivo de manera
automática. Esto que parece tan simple conseguirá disminuir tanto nuestra
ansiedad cognitiva como física.
Esta
estrategia busca el control del pensamiento y puede ser utilizada antes,
durante o después de la situación que nos genera la emoción negativa. Se trata
de que cuando empieces a notarte, nervioso o alterado, prestes atención a los
pensamientos que estás teniendo, e identifiques las connotaciones negativas que
tiene para ti. Una vez realizado este pequeño análisis, date ordenes a ti mismo
que busquen la interrupción del pensamiento que evoca la emoción, como:
“¡STOP!”, “¡Para!”, “¡Ya!”, “¡Basta!”. Tras esta autoinstrucción sustituye los
pensamientos detectados como negativos por afirmaciones positivas.
La
única dificultad de esta sencilla técnica es que para identificar los
pensamientos que nos evocan las emociones negativas y convertirlos en positivos
se necesita un poco de práctica.
A
veces cuando una persona sabe que ha de hacer algo para la lo que no se siente
seguro de sí mismo, como hablar en público o realizar algún tipo de prueba, por
ejemplo un examen, anticipamos la ansiedad del momento y la instauramos en el
momento actual, lo que genera que la ansiedad ante el acto sea cada vez mayor,
ya que con los pensamientos negativos se refuerzan negativamente y se entra en
una espiral ascendente. Para prepararnos a afrontar esas situaciones y combatir
la ansiedad que nos generan, la técnica del ensayo mental es ideal, aparte de
sencilla. Consiste en visualizar que la situación temida se desarrolla sin
problemas, y te sientes seguro y relajado porque estás satisfecho con tu manera
de actuar. Puedes repetirte también a ti mismo consignas como: lo estoy
haciendo bien, estoy relajado, al público le gusta… esto reforzará la técnica.
Planea tu actuación del acto y practícalo mentalmente de manera repetitiva. Con
cada ensayo mental el nivel de ansiedad se irá reduciendo y esta sensación te
dará más confianza para superar la situación de manera exitosa.
Las
personas tendemos a cometer dos grandes errores que pueden afectar a nuestro
equilibrio emocional. Por un lado somos egocéntricos y consideramos que nuestro
punto de vista es el único correcto o válido, y por el otro, otorgamos a los
demás intencionalidades que pueden no ser correctas. Esto nos puede llevar a
discusiones o a sentirnos mal sin motivo. Por eso intentar cambiar nuestra
perspectiva sobre las personas o los hechos puede ser útil. Hay varias formas
para poder cambiar la perspectiva que tenemos y adoptar otra diferente, a
continuación expondré dos. La primera que recomiendo es ampliar el foco de la
situación, pues cuanto más cerca estamos de algo, menos vemos. Para ello
podemos alejarnos de la situación de forma literal o de forma mental intentando
ver la situación en su globalidad y analizar de nuevo la situación desde esta
perspectiva. Otra forma de cambiar de perspectiva es ponerse en el lugar del
otro, y pensar qué puede estar sintiendo esa persona o qué circunstancias
pueden estar motivando su conducta. De esta manera, desde la empatía, es muy
probable que adquiramos actitudes más tolerantes hacia esa persona y reduzcamos
nuestros sentimientos negativos hacia él. Si por ejemplo estás en un restaurante
y te estás empezando a enfadar porque el camarero no te atiende, piensa en que
quizá tiene mucho trabajo o que algo ha salido mal en la cocina, en lo agobiado
que se debe sentir en ese momento, y esto seguramente te ayudará a sentirte más
relajado y tener más paciencia.
Las
técnicas que he presentado en este escrito a pesar de simples, han demostrado
su eficacia en la práctica clínica, y por ello pocos psicoterapeutas rehúsan de
ellas en su ejercicio profesional diario, pero como la mayoría de cosas en la
vida para convertirlo en una habilidad nuestra necesitan practicarse. Si logras
incorporarlas a tu repertorio de conductas es muy probable que logres un mayor
control de las emociones y sentimientos que se afloren en tu día a día.
Sobre el Autor
Anna Gimeno: Graduada en Psicología
Clínica por la Universidad de Barcelona. Especialidad en Personalidad,
Evaluación y Tratamiento. Máster en práctica clínica cognitivo-conductual por
la AEPCCC. Psicoterapeuta.
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