En
diálogo con la politóloga, Paola Ruiz Lisman, que se define esencialmente como
feminista, explica el proceso del lenguaje inclusivo, lo que significa y lo que
representa.
Según
Wikipedia, el lenguaje no sexista aborda el estudio de la perspectiva de género
en el lenguaje. Surgió en los años 1960 como rama del giro lingüístico en las
ciencias sociales, y nace de una exigencia del feminismo para terminar con la
invisibilización de la mujer en el habla y la escritura, es decir, con el
androcentrismo y la ginopia (miopía o ceguera a lo femenino, el no ver a las
mujeres, el no percibir su existencia ni sus obras).
“El
lenguaje inclusivo ya ha adquirido una gran notoriedad por la cuestión sonora
de algunas palabras, que se pronuncian diferentes”, manifiesta Paola Ruiz
Lisman. “Ya hace bastante tiempo que desde la escritura se viene utilizando el
lenguaje inclusivo, que ha ido variando en la terminación “os”, barra, “as
(os/as); el signo del arroba (@), la equis (x) y, actualmente, la “e”.
Personalmente utilizo la equis en la escritura, que no tiene sonoridad entonces
no podría intercambiarse por la “o”.
La
entrevistada es tajante al afirmar que “lo que representa el lenguaje inclusivo
es poner de manifiesto lo que no se ha nombrado. Generalmente, la lengua
castellana se la ha hablado como masculino universal en alusión a la humanidad.
Lo que se intenta hoy es justamente nombrar todo lo que quedó fuera de ese
masculino universal porque mencionando los derechos del hombre solo se lo hace
con ese género y se deja al margen un gran colectivo humano, que es el de las
mujeres. También, obviamente, ocurre lo mismo con las identidades sexuales
disidentes, que hoy tienen una mayor notoriedad”.
“Con
el ‘todes’ se evidencia mucho más la necesidad de incluir lo que ha sido
excluido del lenguaje”, explica. “Precisamente, el lenguaje es lo que construye
nuestro mundo, el modo en que asignamos el peso, la simbología y la connotación
a las palabras, y lo que le da el valor a lo que expresamos. Entonces, si
seguimos utilizando un lenguaje que excluye a la mayoría, estamos utilizando un
lenguaje discriminatorio”.
“El
lenguaje inclusivo no es una moda, es un proceso de larga data”, asegura Ruiz
Lisman. “Creo que lo que no se nombra, no existe. Obviamente, el fenómeno ha
transcurrido por encima de lo que son las reglas de nuestro idioma. La RAE
(Real Academia Española) está muy en contra de estas nuevas adaptaciones del
lenguaje. Habría que revisar los términos que utiliza esta academia que defenestra a las mujeres y a las identidades sexuales disidentes al permitir
que se utilice un lenguaje totalmente misógino y discriminatorio. Considero que
el movimiento de los que estamos a favor de la igualdad de género está
arrasando todas las estructuras, que son vetustas, anquilosada, que solo
quieren conservar el status quo”.
Finalmente,
la licenciada, señala: “Hubo una sola manera de nombrar el mundo, entonces, me
parece que estamos construyendo esas nuevas formas de señalar, nombrar,
adjetivar, valorar e incluirnos. Creo que ha habido una evolución muy
interesante y que la lengua no puede quedar ajena a eso”.
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