Dialogamos con Hugo Alfredo Olivera, conocido popularmente como el "Flaco”, que nació en Gualeguay el 10 de diciembre de 1940. Su padre, Inocencio Olivera, fue uno de los fundadores de Barrio en 1950 y primer presidente. “El Flaco” jugó al fútbol en el norteño junto a su hermano Eduardo y, por su parte, sus hermanas María Martiniana “Cuca” y Teresa integraron una agrupación de damas. Y los demás integrantes de la familia también estuvieron o están vinculados de alguna u otra manera al club norteño.
Sin
embargo, el “Flaco” Olivera es un personaje popular, conocido por su calidez y
espontaneidad en la actividad laboral que desempeñó en el ex comercio “The
Star”, que estaba ubicado en calle San Antonio y Moreno. El rubro era bazar,
menaje, librería, juguetería, artículos del hogar. Luego se le incorporó la
venta de gas en garrafas. Olivera ingresó el 15 de marzo de 1954, con 13 años,
a prueba por 15 días sin embargo permaneció como empleado durante más de 40
años, hasta el 2000. Después continuó como trabajador independiente hasta el
2006, año en que obtiene el beneficio de la jubilación.
¿Qué
significa el Club Barrio Norte para la familia Olivera?
Tengo
la satisfacción de haber tenido a mi papá como fundador y primer presidente del
club, junto a otros amigos como Pablo Denardi, el “Maestro” Escobar, Compagnola
y tantos otros que ya han fallecido. El club se funda el 16 de agosto de 1950,
que en ese entonces estaba ubicado en calle Córdoba (actualmente se llama
Schiafino) y Soberanía. En el mismo lugar funcionaba una mutual de enfermeros y
Barrio Norte mantiene la sede allí hasta los primeros meses del año 51’. En la
chacra que estaba al oeste, vivía don Pedro Larramendi, que después se traslada
con sus animales a terrenos donde actualmente está emplazado el barrio “Pancho
Ramírez” y el intendente Rojas realiza gestiones para que Barrio Norte obtenga
esos espacios que acababan de desalojarse.
En
enero del 51’, mi papá, que era enfermero de la asistencia pública, conforma
otra comisión directiva del club, que encabeza don Compagnola. Y se había
sumado en ese momento Ducasi, que era director del hospital. También estaban
Braulio González, Duarte, Julio Muga y tantos otros más.
¿Cómo era la institución, qué características tenía ediliciamente?
El club no tenía nada. Después se crea una oficina donde funcionaba la cantina y también era el lugar para reuniones. Cuando se funda se realiza el primer partido sobre continuación de calle Schiafino. Sobre avenida Soberanía se hallaba la casa donde vivía la familia Mac Dougall y hacia el oeste había otra donde moraban los Naufal. Hacia el este residía don Ramón Caferatta y luego estaba el hospital y no había nada más. Por ese entonces existían equipos de barrios como Cañonazo, Defensores de la Cooperativa, Los Baleadores, Tiro Federal.
La
personería jurídica del club se obtiene alrededor del año 54’ y se comienza a
participar oficialmente en la liga con equipos de divisiones inferiores. Las
delegaciones se trasladaban caminando a Sportiva o Central (que eran los únicos
lugares donde se jugaba), con bolsos de zapatos, medias y camisetas llevados al
hombro. Si, por ejemplo, jugaban la cuarta y la segunda se esperaba a que
terminara de jugar una de las mismas para prestarle indumentaria a los
jugadores de la otra. Una de las situaciones que recuerdo es que cuando
volvíamos de jugar, German González o “Toto” Benítez paraban en la “Panadería
Guerscovich” para comprar bizcochos y desde allí nos volvíamos al club
comiendo.
¿Cómo
fueron sus comienzos futbolísticos en el club?
Comencé
jugando al fútbol en las divisiones inferiores. En el 57’ o 58’ dejó de jugar
Pablo Denardi y yo era el número 5, un tipo Rossi, Mauriño. Luego debuté en
primera, donde jugaban mi hermano, Eduardo, “Pato” Cuevas, Bogue, Ocampo, entre
otros.
En primera jugué del 58’ hasta el 65’. Y luego, hasta el año 85’, me dediqué solamente a la actividad social en el club. No fui dirigente, solo participaba como colaborador.
En el tiempo que con mis hermanos empezamos a jugar oficialmente al fútbol en el club compartíamos momentos muy lindos con la muchachada. Nos reuníamos todas las noches hasta las 2 de la mañana. Se hacían grandes torneos de casín, carambolas, bochas y truco. También, con el correr del tiempo, mis hermanas, con la señora de Cabral, de Ortiz, de León Ponce, entre otras, formaron una agrupación de damas, que colaboraban haciendo comida para vender, lavaban la indumentaria de los jugadores, entre otras actividades. Es decir, éramos una familia. Nunca nos peleábamos. El club era el lugar de encuentro social, de contención, de diversión.
Después
empezó a crecer el club y empezó a aparecer más gente. Por ejemplo, se sumó don
“Tilo” Benítez, Romualdo Ibarra, Provera, el zapatero Barreto, “Necho” Sánchez,
Enrique Sánchez, “Toto” Benítez, “Pocha” Badaracco, “Pepe” Badaracco, Jacinto
González. Y dado que Barrio Norte, en esa época, tenía varios integrantes que
eran albañiles y carpinteros se empezó a edificar en el club. A veces los días
sábados teníamos que ir a buscar arena a Paso de Alonso, y Braulio González que
tenía un camión nos llevaba a cargar y luego volvíamos al club a descargar.
Después que hacíamos esa tarea recién nos daba la pelota para jugar. Algo
similar ocurría previo a los bailes de carnaval. Las mesas y sillas eran de
chapas plegables y había que armarlas, y luego desarmarlas. También había que
barrer la pista, que era de cemento y después, ya de tardecita, nos daban la
pelota.
A
mediados de los 60’, Barrio Norte el equipo de fútbol utiliza casacas, que eran
camisas mangas largas, con tiras, que confeccionaban una de mis hermanas y una
señora de Perchivale. Recuerdo cuando entramos a la cancha de Sportiva, y Barrio
Norte con casaca ¡Qué lujo! Los números de las casacas tenían los famosos
tucos, que eran como abrojos que se quitaban para lavar la indumentaria.
¿Qué
reflexión le gustaría hacer sobre Barrio Norte?
Me
da satisfacción de que se acuerden de mí y a la vez pueda trasmitir lo lindo,
lo feliz que éramos en el club en la época en que éramos gurises, jóvenes y
hombres. Y seguimos siendo siempre los mismos, nos encontramos, nos saludamos.
Muchos ya no están pero sus familiares me reconocen como amigo de sus padres o
hermanos, y eso me llena de satisfacción. Me encanta que Barrio Norte gane, que
la muchachada se divierta porque sé lo que es jugar un partido de fútbol, sé lo
que es perder y lo que es ganar. Y recuerdo a mis hermanos, mis cuñados, las familias
amigas porque Barrio Norte es una familia y quien quiera destruirla no va a
poder. Todos somos colaboradores porque en la vida no es todo dinero sino
también las ganas de vivir, de ser útiles a los demás. Ver triunfar a alguien
de Barrio Norte te llena de satisfacciones.
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