Con la palabra puedo crear, aliviar, sanar. Mi conducta, temperamento y forma de ser, como así también lo que deseo, se moldean, cambian y expanden positivamente a partir del convencimiento con el que pronuncio una palabra. Además, si eso que quiero alcanzar, lo veo concretado en mi imaginación, con ferviente deseo, luego se transforma en mi realidad. Todos tenemos esa virtud de co-crear. También, por el contrario, podemos construir abismo o infelicidad.
Es por eso que es importante tener en cuenta la emoción y convicción con que decimos algo, ya sea de manera hablada o mental y el sentido, positivo o negativo. Digamos solo palabras que eleven nuestro poder. Es tan simple, mágico y trascendente como eso.
También es fundamental respetar la palabra: ser coherente con lo que digo, pienso y hago. Si me comprometo a través de la palabra tengo que respetarlo y cumplirlo. Si hago esto que estoy mencionando mi palabra se elevará y tendrá mucho poder.
El ser humano desconoce el gigantesco potencial que tiene dentro suyo y para activarlo solo tiene que hacer un correcto uso de la palabra y el sentimiento correspondiente. Y no dejar nunca de expandir su mente.
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