Deja las letras y deja la ciudad Vamos a buscar, amigo, a la virgen del aire… Yo sé que nos espera tras de aquellas colinas en la azucena del azul… Yo quiero ser, amigo, uno, el más mínimo, de sus sentimientos de cristal… o mejor, uno, el más ligero, de sus latidos de perfume… No estás tú también un poco sucio de letras y un poco sucio de ciudad? Sigue, sigue, por entre la bencina, sobre la lisa pesadilla de las calles extremas, hacia la gracia de las huellas… Ay, la ternura de Octubre, a las nueve, ya hace, por aquí, flotar a la pesadilla en celeste de agua… Pero derivemos rápido, del lado de los caminos del rocío, invisible, casi, lo adivino, en el seno mismo de la luz… Sentémonos, mi amigo, entre estas niñas rubias que suben y bajan, altas, por unas orillas de jardín, apoyadas, contra los cercos, sobre un rumor de enredaderas… El sol ha bebido sus propias perlas y hay apenas de ellas una memoria por secarse… No temas, no temas, y mir...