Así se expresó uno de los miembros de la comisión
directiva de Barrio Norte. Martín Bonifacio Meoniz (81) ingresó como dirigente
norteño a principios de los años 60 y se mantuvo como tal durante unos 20 años.
Con nostalgia, pero también con orgullo, el ex
dirigente relata las distintas circunstancias que, en otras épocas, las
comisiones directivas atravesaban, más aun teniendo en cuenta que la
institución estaba en sus inicios y había que doblegar los esfuerzos para
lograr consolidarla.
Al principio, Meoniz, cuenta: “Después de realizar
el servicio militar, mis padres con la familia se radicaron en Gualeguay, en el
año 1963. A los 6 meses de estar en el pueblo lo conocí a (Bonifacio) Ortiz,
quien fue mi primer amigo en Gualeguay, con quien incluso conseguimos trabajo
juntos. Entonces, él me invitó a concurrir a Barrio Norte para integrar la
lista de la comisión directiva, que estaba presidida por Torcuato Burone”.
“Nos reuníamos semanalmente”, agrega. “Había muy
pocas cosas en el club y de alguna manera había que ponerle el hombro. Lo único
que había en el club, cuando yo ingresé, era un “rectángulo”, que ya estaba
atapialado; a un costado estaba la cantina y también una habitación donde funcionaba
la secretaría. Después había un galpón, con techo de cartón, donde estaba la
cancha de bochas. Todo era precario. Y de a poco se fueron haciendo obras. Unos
colaboraban con una cosa; otros, con otra”.
“Recuerdo que cuando se realizaban bailes de carnaval
a beneficio hacíamos los chorizos en el suelo porque no teníamos churrasquero.
Estos eventos se organizaban con el apoyo del vecindario, donde la concurrencia
era numerosa. Asistían también las mujeres de los miembros del club, quienes
colaboraban con los preparativos para los bailes que se realizaban en la cancha
de básquet. La tarde previa armábamos el escenario. Era todo familiar. Después
vendíamos los palcos, las sillas, las cuales las alquilábamos porque no
teníamos. Después vinieron las épocas de las pollas de fútbol y salíamos a
venderlas. Dejábamos de hacer cosas de muchachos para estar el club”.
“Recuerdo que había muchos colaboradores, algunos
eran albañiles, otros carpinteros”, comenta el octogenario ex dirigente. “La
cabreada del primer galpón la hicimos de noche, porque de día laburábamos,
quienes éramos carpinteros, con la colaboración de “Toto” Benítez, que tenía
carpintería. Otro es el caso de Juan Larrateguy, que colaboraba con su auto
para el traslado de las jugadoras de básquet, que por cierto conformó un buen
equipo. También había gente que se encargaba de hacer el asado, cuestión
también era digna de reconocer”.
“Recuerdo que los zapateros Barreto como Muñoz
remendaban los botines de los jugadores de fútbol, sin ningún costo. Cada uno
ponía su granito de arena, todo se hacía por amor a la camiseta. Las mujeres
también colaboraban. Nadie cobraba un peso. El club, además, no generaba tantos
ingresos. Todo se hacía por voluntad y ganas de hacer algo. Entonces, todos éramos
compañeros. Y después se vendía una rifita de todas las semanas, donde nos
repartíamos los números para vender. Todo lo recaudado era para la institución”.
“En el club se practicaba fútbol, bocha, básquet.
Después conformamos una subcomisión de pesca, que también integraron (Ramón)
Barreto, Daros, Ponce, Braulio y German González. Formé parte del club hasta el
año 1981 donde me desempeñé como revisionista de cuenta”.
Consultado sobre el avance que ha tenido el club
hasta nuestros tiempos, Meoniz, indicó: “Cuando me entrevisté con Castañeda,
momento en que se inauguró el museo del club, lo felicité porque se logró lo
que anhelábamos en aquel momento, que era tener un club con todas las letras. Y
además en esa época quedó conformado un semillero muy lindo de jóvenes, hijos
de dirigentes, como es el caso de los Badaracco, Benítez, Denoni, entre otros,
que siguieron pujando por el club. Y hoy estoy totalmente orgulloso de todo lo
que se ha logrado”.
“Después se conformó la subcomisión de pesca y
organizábamos jornadas deportivas”. “Armábamos una pequeña cantina en el río,
con sangüiches, bebidas y compartíamos la pasión por la pesca. Les entregábamos
los premios a los ganadores. Previamente, a los participantes les cobrábamos
algo por lo que hacíamos y quedábamos todos contentos. Con ello, se logró
comprar las primeras sillas para el club”.
Acerca de los vínculos que generó, Meoniz,
manifestó: “Logré hacer muchos amigos en el club, como así también conocidos en
el vecindario. Éramos como familiares porque frecuentábamos el club todos días
y cada momento que teníamos desocupado”.
Sobre los compañeros que recuerda de las distintas
comisiones directivas que integró, nombró: “recuerdo a presidentes como Torcuato
Burone, Olivera; en bochas: Ponce, “Pepe” González, Roberto Paz, “Tilo”
Benítez, “Toto” Benítez; en Básquet: Juan Larrateguy, equipo de mujeres; en
Fútbol: “Pocha” Badaracco, Pablo Denardi, Denoni, Torcuato Burone, Demetrio
Sánchez, Rumualdo Ibarra, Rubén Daróz, Oscar Ortiz, Ramón Barreto, Meoniz,
Braulio González, German González, Pedro Méndez, Juan Etala, “Pocholo”
Calderón, Muñoz, Juan Lauro Leoni, Carlos Cardozo, Milo Albornoz, Roberto
Valbusa, Pedro Guzzonatto, “Pancho” Burlando.
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