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RAMÓN MIONIZ: “SIEMPRE FUIMOS BUENOS COMPAÑEROS EN BARRIO NORTE”



Se trata de otro de los que integró los primeros equipos de las divisiones inferiores de Barrio Norte, a principios de la década del 50. Se llama Ramón Antonio Mioniz, nacido en Gualeguay el 4 de julio de 1935.

Jugó solo 1 año en la cuarta división y luego se alejó de la actividad deportiva para dedicarse casi exclusivamente a un oficio que hasta nuestros días abraza, que es la carpintería.

Sobre su llegada al club, Mioniz, cuenta: “arribo a Barrio Norte por la relación que mantenía comercialmente con los hermanos German y Brualio González, que eran constructores y además dirigentes del club. Además mantenía con ellos relación de amistad y les ofrecía mis trabajos como carpintero en sus obras. Ellos me invitaban siempre, “vamos, jugá para el club”. Yo estaba con el cuento de que sí, hasta que un día German, que era utilero de las inferiores me invitó a jugar y acepté. Mi puesto era de defensor. Eso fue en el 54’. Integré el primer equipo oficial de cuarta división del club. En ese momento había segunda, cuarta y quinta. Había varios equipos que participaban en la liga, como Gualeguay Central, Sportiva, Ford, San Lorenzo, Libertad, entre otros”.

“Jugábamos los días sábados. Estuve solo un año, en la cuarta. Y, como mi intención era progresar con mi actividad laboral abandoné el fútbol para dedicarme a la carpintería. Cuando les dije a los muchachos y al utilero que no iba a jugar más, me decían pero: “vení, cómo nos vas a dejar”. Mi relación con el club siguió como socio, que lo fui durante muchos años. Pero no frecuentaba la institución. Tampoco iba a ver los partidos. Sí, iba a jugar los “picados”.

Don Ramón relata una curiosidad de la época: “En ese año que jugué la cancha de Barrio Norte, donde hacíamos los entrenamientos, estaba inclinada de norte a sur. Es decir que cuando defendíamos en la pendiente la pelota bajaba de golpe”.

“El club tenía poco, recién estaba en sus inicios. No teníamos calzados para jugar, lo hacíamos con lo que teníamos. Jugábamos con alpargatas. Lo hacíamos los días sábados en Central o Sportiva y nos trasladábamos cómo podíamos, caminando, en bicicleta. Por cierto, hace 66 años que conservo el rodado con el que iba a Barrio Norte. Pienso que el club empezó a progresar cuando estuvo como presidente Ducase, que tenía un cargo en el Hospital San Antonio”.

“La gente del barrio era buenísima”, destacó Mioniz. “Las reuniones sociales y fiestas eran muy populares. Recuerdo que en ese año 54’ se hizo la cena de aniversario del club, donde habíamos comido un asado muy rico y se veía que el tiempo estaba por largarse a llover. El “Gordo” Romano hacía la animación de la fiesta, invitando a la gente para el baile. Y los jugadores estábamos reunidos en un rincón, al lado de German. Y empezó el baile pero también a caer las primeras gotitas. Luego la lluvia se hizo más persistente y abundante y le aviso a German que el panorama se estaba complicando porque se estaba amontonando el agua. Y el “Gordo” Romano decía “no hagan caso, no se asusten que son solo unas gotas pasajeras (risas)”. Y cuando veíamos que la cosa se ponía grave porque no íbamos a poder salir por el anegamiento, German, que vivía cerca del barrio, nos dice: “vamos para mi casa”. Y marchamos todos los integrantes del equipo con él. Y los que estaban en la cena también se retiraron. Se acabó el baile, la fiesta. Llovió copiosamente toda la noche. A eso de las 12 cuando nos dio ganas de picar algo, nos dice, German, “muchachos, vamos a decirle a la patrona que nos haga tortas fritas”. Así fue que estuvo la pobre mujer de él haciéndonos tortas fritas para tomar mates. Y estuvimos hasta la 5 de la mañana porque no podíamos salir por la lluvia. Hasta ahora mantengo amistad con muchos de ellos, con quienes hemos sido siempre buenos compañeros”.

ANÉCDOTA:

“Una vez, los muchachos de segunda de Barrio Norte me invitan a jugar un partido desafío contra San Lorenzo en la cancha de Cooperativa. Yo ya me había retirado de jugar oficialmente. Y ese equipo de San Lorenzo era competitivo, hacía poco había ganado por 8 a 0 y uno de sus goleadores era el “Negro” Oscar Bur, uno grandote. Luego, ambos hicimos el servicio militar juntos. El que me invitó me dijo que San Lorenzo había formado un rejuntado y que nos desafiaba. Y, aceptamos. Sánchez, uno que era defensor de Barrio Norte en segunda me dijo vos vas a jugar al lado mío en la defensa y lo vas a marcar a Bur. Y yo, como jugador era áspero. Y me dice Sanchez, vos tenés que dedicarte a marcarlo a Bur, a sol y sombra, y ganamos el partido. Donde vaya Bur, andá vos. Y cuando venga la pelota hacela bolar al diablo. Lo importante es que él no la agarre. Entonces, me le pegué a él todo el partido. Me decía de todo. Para colmo él jugaba de zapato y yo de alpargata. Y así fue, no agarró una pelota. En el primer tiempo ganábamos 2 a 0. Y, Sánchez me decía, “¡venimos bien!”. Antes de empezar el segundo tiempo, lo primero que hace Bur es acercarse a mi a conversar. Y me dice: “mirá, donde me sigás, te voy a cagar a palos”. Y le dije: “esas son cosas que decís vos, vamos a ver”. A mi tampoco no me repunanteaban así nomás. Empezó el partido y le hicimos otro, íbamos 3 a 0. Pasaron 10 ó 15 minutos y Sánchez me dice: “mirá, se va Bur, pidió que lo cambiaran. Se va a las puteadas con vos”. Y, finalmente, le ganamos 3 a 1. Pero había una trama en todo esto. Ellos no eran ningunos zonzos, eran buenos, estaban los Manzur, en la defensa; García, en la delantera. El tema es que lo hablaron a Sánchez para jugar la revancha por el asado, con el vino, incluido, para todos. Y le dije a Sánchez: “vos te pensás que le vamos a ganar, no seas zonzo. No hagas ese partido porque nos van a golear. La mayoría de ellos eran de primera, no podes jugar contra ellos. No le aceptés”. Y no, no se hizo el partido (risas). Pero ellos nos dejaron ganar en ese primer desafío”.

 

 

 

 

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